sábado, 18 de diciembre de 2010

El Intestino, Nuestro Otro Cerebro, Sabía ud que el intestino es la memoria emocional del cuerpo, no?, siga leyendo por favor....

El doctor M. Gershon, jefe del Departamento de Anatomía y Biología celular de la Universidad de Columbia y autor del libro EL SEGUNDO CEREBRO afirma que los seres humanos poseen dos cerebros, uno ya conocido, ubicado en nuestras cabezas y otro localizado en las entrañas.
En una entrevista publicada en el New York Times, este facultativo expresó, "El sistema nervioso entérico es un vasto almacén químico en el que están representadas todas y cada una de las clases de neurotransmisores que operan en nuestro cerebro".

Este segundo cerebro está constituido por un nudo de nervios cerebrales en el tracto digestivo. Se piensa, lo constituyen alrededor de 100 mil millones de células nerviosas casi tantas como las que forman el cerebro cefálico.
Las estadísticas confirman que el 40 por 100 de los pacientes que son vistos por los médicos internistas presentan problemas gastrointestinales. La mitad de éstos tienen trastornos funcionales, es decir, que sus órganos digestivos no trabajan adecuadamente, pero nadie acierta a explicar por qué, ya que ninguno presenta alteraciones anatómicas o químicas.

Debido a que el segundo cerebro trabaja en la oscuridad, a menudo es infravalorado por los médicos como fuente de patologías, señala el profesor Gershon.
¿Pero qué necesidad hay de tener dos cerebros?
El investigador opina, que se trata de una adaptación evolutiva mas, de cuando nuestros predecesores emergieron del cieno y adquirieron una espina dorsal, y desarrollaron un cerebro en la cabeza y un estómago con una mente propia.
Según Gershon, el cerebro principal delegó las funciones digestivas a un segundo cerebro, para dedicarse a otros menesteres relacionadas con la supervivencia tales como la caza, la huida ante posibles enemigos y la búsqueda de pareja.

Desde entonces, los dos sistemas nerviosos –el central y el entérico– han evolucionado en forma paralela, alcanzando ambos su mayor complejidad en el ser humano.
En palabras de Michael Schemann, fisiólogo de la Facultad de Veterinaria en Hannover, Alemania, “si el encéfalo hubiera asumido las tareas del cerebro entérico, nuestro cuello debería tener un diámetro formidable, para dejar paso a los manojos de fibras nerviosas que manejarían nuestras tripas”.
La función principal del aparato digestivo es la de aportarle al organismo agua, sales y nutrientes. El cerebro abdominal por lo tanto esta preparado para reaccionar ante cualquier distensión de la luz intestinal así como también a la presencia de toxinas intestinales y gérmenes patológicos que puedan alterar los movimientos o la calidad de las secreciones intestinales.
Ambos cerebros están muy interrelacionados por medio de fibras nerviosas y aunque el cerebro digestivo recibe en todo momento información del cerebro craneal, éste no le dicta como debe funcionar.
El flujo de información que se transfiere desde el aparato digestivo a la cabeza es mayor que el número de ordenes que corren en sentido inverso.
El Profesor Wolfgang Prinz, piensa que la red estomacal puede ser el origen de decisiones inconscientes que el cerebro principal reclama posteriormente, como una decisión consciente de él mismo.

La naturaleza ha querido que los intestinos cuiden de sí mismos y puedan controlar funciones tan vitales como son los movimientos peristálticos del aparato gastrointestinal, la absorción, la proliferación de las células mucosas y la defensa contra agentes patógenos, un cometido que realiza en colaboración con el sistema inmunológico.
Es importante conocer que el túnel gástrico hospeda a más de 500 especies de microorganismos, algunos de los cuales son potencialmente letales. Recientes investigaciones confirman que el sistema nervioso entérico se forma a partir de células que migran hacia el aparato digestivo desde tres puntos distintos de una estructura embrionaria llamada cresta neural.

El resultado de la partición, son dos cerebros conectados entre si por los nervios vagos y la médula espinal. A medida que descendemos por el tubo digestivo, el cerebro cefálico va cediendo su poder a su colaborador gástrico.
La primera manifestación de la mente entérica, se hace notar en los movimientos peristálticos del esófago inferior, que todavía precisan de la intervención del SNE (sistema nervioso entérico) para su coordinación.
Esta actividad gastrointestinal está en manos de una de las dos partes en que se divide el cerebro abdominal. Nos referimos al plexo mientérico o de Auerbach, que descansa entre las capas musculares longitudinal y circular de la pared intestinal.
El otro plexo, que ocupa la zona submucosa, recibe el nombre de submucoso o de Meissner, y controla fundamentalmente la secreción y el flujo sanguíneo local.
Un poco más abajo, el cerebro vuelve a tomar el control, justo a nivel del esfínter gastroesofágico, la puerta que permite el paso de los alimentos deglutidos hacia el estómago..... Continuará

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